martes, 17 de junio de 2014

SA PA, AQUÍ ME QUEDO...

Al norte de Vietnam, en la provincia de Lao Cai, se situa la maravillosa Sa Pa, un lugar rodeado de verdes montañas, numerosos arrozales, y varias etnias minoritarias que conviven las unas con las otras sin ningún percance. Sin duda, se trata de nuestro lugar favorito de todo Vietnam. 
Todo turista recién llegado a Sa Pa, tiene que pasar primero por el asedio de las mujeres hmong (fácilmente reconocibles por su vestimenta) que, al mantra de "buy me please", no dudan en acosarte todo lo que haga falta enseñándote su carta de productos. Pero, por suerte,  al de dos días ya conocen tu cara y todo este agobio inicial desaparece.
Son muchas las excursiones que pueden realizarse tomando Sa Pa como punto de partida, incluidos, por supuesto, los famosos trekking por la montaña, con dificultades de gran variedad. Nosotros, antes de subir cualquier monte (estábamos algo cansados del viaje en tren), aprovechamos para conocer un poco el pueblo. Nada más dejar las mochilas en nuestro hotel, salimos a dar una vuelta por el centro, y también tuvimos ocasión de visitar su famoso mercado. 
Allí pudimos observar que cuando los vietnamitas piden pescado fresco, se refieren a pescado vivo. Mantienen a los peces con vida en unas palanganas de acero y, cuando alguno empieza a espichar, la pescatera no duda en cortarle la cabeza, ¡zas! No creáis, daba un poco de impresión ver al pez dar coletazos sin cabeza...

Al día siguiente, preguntamos en la recepción del hotel posibles itinerarios y planes a realizar. Nos dieron una fotocopia de un mapa de la zona y, muy amablemente, nos marcaron con un bolígrafo distintas rutas de trekking, algunas muy fáciles y otras algo más duras.

Como aprovechamos para dormir un poco, decidimos ir a las cascadas Fansipan en moto (quien quiera, puede conquistar la cumbre de este monte llamado también el "techo de Indochina", se suele tardar unos cuatro días...). Desde allí, los motoristas nos llevaron a un pueblito en las montañas de cuyo nombre no consigo acordarme, en el que se despidieron de nosotros, volver a casa era cosa nuestra...

Fue genial caminar por el monte por nuestra cuenta, disfrutando de los maravillosos paisajes y de una calma que creíamos casi inexistente. Aunque también hubo momentos de canguelo...

Tuvimos la oportunidad de cruzarnos por el camino con unos enormes bueyes de cuernos interminables... pero también con muchos niños y campesinos locales, que nos miraban con recelo y no alcanzan a decir ni siquiera un hello en inglés de andar por casa... ¡Qué maravilla! Se apreciaba en sus caras que no habían coincidido con muchos turistas, y siendo egoístas (de cara a otros guiris como nosotros), esperamos que no lo descubráis y ese lugar continúe así por mucho tiempo.

Cada vez más cerca de Sa Pa, el estómago iba dando a entender que tenía gazuza, así que, en cuanto vimos una caseta de madera con dos banquitos, allí que nos sentamos a tomar una buena sopa picante para coger fuerzas. ¡No paramos de sorber, el menú nos supo a gloria!

Después, aún nos quedaba un trecho hasta llegar a Sa Pa, así que continuamos la marcha a paso ligero y, además de perdernos, pudimos charlas un rato con dos mujeres de la etnia zao, con las que acabamos comiendo unos plátanos que Canelón nos regaló... 

Al día siguiente, contratamos a una guía hmong para realizar un trekking en condiciones por el monte. Chuc (la del sombrero verde), resultó ser una buena guía y respondió con una sonrisa a todas las preguntas que le hacíamos.

Misteriosamente, otras dos hmong súper amables nos acompañaron en todo momento y, al despedirse, nos quisieron vender su artesanía. Después de tanta amabilidad mostrada, a ver quien dice que no... ¡no saben nada estas hmong! Aún así, la excursión fue increíble y muy instructiva, por lo que repetiríamos sin duda.
 El tiempo en Sa Pa se iba acabando, pero aún teníamos un día más para seguir disfrutando de los maravillosos paisajes. Esta vez decidimos caminar por nuestra cuenta, con ayuda del pequeño mapa que nos facilitaron en el hostal. Partimos pues rumbo a la nada en busca de más naturaleza, para encontrar por el camino grupos de niños pegándose un baño, y Canelón no dudó en remojarse con ellos, es que el pobre tenía mucho calor (léase el mensaje de su camiseta....)

Continuamos hacía Cat Cat para seguir disfrutando de paisajes y, guardando las imágenes en nuestra retina: imágenes de niños alegres, de mujeres de vestimenta de cáñamo, de melenas infinitas que se recogen con peinetas de plata, de montes y cascadas, de arrozales.... nos despedimos poco a poco de Sa Pa, con el deseo de regresar algún día no muy lejano. Hasta siempre.

PRÓXIMO CAPÍTULO:
DE RELAX EN LAS ISLAS PHU QUOC

Si te gusta el blog... No hagas el canelo y ¡SÍGUENOS!
Canela&Canelón en: 
FACEBOOK    TWITTER     FLICKR
CONTACTO: canelaycanelon@gmail.com












1 comentario:

MIL GRACIAS POR COMENTAR!!! Intentaremos responderte, aunque no sabemos cuando...